Una exmaestra de jardín de infantes desata el debate al explicar las cinco razones de su renuncia

Oct 29, 2021

Muchos de nosotros conocemos a los profesores y somos conscientes de su legendaria ética de trabajo. Diariamente, se enfrentan a aulas llenas de niños, desde los más angelicales hasta los más demoníacos, mientras ganan sueldos que no son estelares. Ah, y tienen que mostrarse felices y llenos de energía por la mañana. Mientras, algunos padres dificultan aún más su trabajo no criando a sus hijos, criando demasiado o simplemente no creyendo que sus hijos necesiten ningún tipo de disciplina. Y nos preguntamos por qué tantos profesores llegan al límite de su capacidad.

Jessica Gentry fue una de esas profesoras que llegó a su límite. En un post de Facebook de 2019, brutalmente honesto, que obtuvo una gran atención, definió cinco razones por las que su trabajo la estresaba hasta el punto de abandonar lo que amaba hacer.

Y resulta que su salario no tuvo absolutamente nada que ver con su decisión de dejar la enseñanza. En su lugar, Gentry citó una serie de dificultades y luchas a las que se enfrentaba mientras trabajaba. También utilizó su larguísimo post de Facebook para describir cómo se sentía sola con estos problemas, al no recibir ayuda de sus empleadores y de los padres de los niños o al ver sus problemas agravados por ellos. Así que, al quedarse sola ante lo que le parecía una situación insuperable, Gentry decidió dejar su trabajo, a pesar de que le encantaba enseñar a los niños y de que había elegido el trabajo por su sincera pasión por la educación.

A continuación, echaremos un vistazo a lo que escribió Gentry y a lo que la impulsó a dejar atrás el trabajo de sus sueños y lo que ella consideraba su vocación.

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La primera razón de Gentry para dejar la profesión fue la creencia de que los padres no se responsabilizan de los actos de sus hijos. Afirma que la crianza de los hijos ha cambiado debido, entre otras cosas, a los horarios de trabajo más largos y al aumento de la tecnología como forma de ocupar el tiempo de sus hijos. Esto hace que los padres dejen de enseñar estructura y disciplina y de mostrar amor.

"Nuestras aulas son el primer lugar en el que oyen un 'no', en el que se les ponen límites, en el que se les muestra el amor a través del respeto", escribe. También expone explícitamente este punto para explicar que, en contra de lo que se suele decir, no son los niños los que han cambiado, sino que lo ha hecho la crianza y la forma de tratar a los niños.

"La vieja excusa de 'los niños han cambiado'. No, de ninguna manera. Los niños son niños. La crianza ha cambiado. La sociedad ha cambiado".

Su segunda queja se centró en cómo la educación impulsada por la tecnología reduce la capacidad de los alumnos para interactuar entre sí y con la sociedad. "Así que olvida los fundamentos de la construcción de relaciones y el aprendizaje práctico", fue lo más bonito que dijo al respecto. Continuó explicando:

"Los niños ya no saben leer las señales sociales y comportarse adecuadamente en entornos sociales... vamos a lanzarles más dispositivos porque queda bien en nuestra página web. Durante una entrevista, una división me preguntó: '¿Cómo eres con la tecnología? Eso es importante para nosotros'. Uhhh... He oído que Bobo, el chimpancé, es bastante experto en tecnología... Me considero bastante buena con los niños".

La tercera cuestión que tocó la fibra sensible de la exeducadora se centró en la reducción del tiempo que los profesores tienen para planificar y preparar sus clases. El tiempo que antes se dedicaba a la planificación de las clases se utiliza ahora para formar a los profesores en métodos más tecnológicos.

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Como escribió en su post: "Tuvimos que asistir a una formación en un día lectivo (tiempo perdido con los alumnos) y luego tardamos TRES SEMANAS en administrarla... uno a uno... a 21 alumnos. Un desperdicio enorme. Toda la información que podría haberte contado sobre ellos sin quitarte un precioso tiempo de instrucción".

La cuarta cuestión esbozada en su épica perorata en Facebook, algo similar a su primera razón, apuntaba de nuevo a su incapacidad para hacer responsables a los padres irresponsables. Expresó su frustración por tener que adoptar una "mentalidad de servicio al cliente" con los padres en lugar de "convertirlos en verdaderos socios".

"He visto las quejas en Facebook sobre la asistencia y por recibir 'la carta'. Bueno, la cosa es así... No puedo enseñarle a tu hijo si no va a la escuela. Me han echado la bronca padres que querían asistir a las excursiones, pero se perdían las TRES notas que enviaba a casa, y cuando asistían a una excursión, estaban sentados con su teléfono todo el tiempo. He tenido padres que me han dejado plantada varias veces en los días de conferencia y luego me han llamado para reclamarme cuando me he negado a ofrecer una opción extraescolar. He tenido padres que me han dicho que no se me permite decir 'no' a su hijo...".

No es de extrañar que los profesores huyan en masa cuando se enfrentan a estas condiciones.

La quinta y última razón de Gentry para abandonar definitivamente las aulas puede resumirse enfáticamente de la siguiente manera: "Estar sentado en una reunión tras otra, suplicando más apoyo, solo para que te digan 'no pierdas el sueño por ellos'... cuando amas a tus hijos y te apasiona tu misión... estos mensajes te destrozan".

¿Qué opinas? ¿Los profesores tienen mala reputación? ¿Es un problema exagerado o hay una verdadera desconexión entre nuestros educadores, sus sistemas de apoyo y los padres?

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