Chimpancés ven a la que fue su mamá humana durante un tiempo por primera vez en 25 años, y son incapaces de contener su cariño
Ago 24, 2020
Una persona que es amable con los animales es algo así como una luz en medio de la oscuridad. Las personas que dedican sus vidas a la protección y el servicio de los animales son un faro para la humanidad, y nos muestran a todos cómo deberíamos tratarnos los unos a los otros.
Linda Koebner llevó ese servicio a un nuevo nivel al criar a varios chimpancés en un santuario para la vida silvestre. Un vídeo de 2014 muestra la reacción de dos de los chimpancés a los que crió, cuando los volvió a ver después de 25 años.
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Según el Telegraph, Koebner sentía una especial afinidad con los chimpancés desde una temprana edad. Después de graduarse de la escuela secundaria, Koebner enfocó sus estudios universitarios al campo de la etología (el comportamiento animal) y acabó entrando en la escuela de posgrado. Fue allí donde Koebner, de entonces 23 años, emprendió un proyecto de investigación muy especial, que implicaba el cuidado de tres chimpancés.
Los lindos monitos solo tenían seis años, y habían pasado la mayor parte de sus vidas en un laboratorio. Al ser rescatados, los conservacionistas querían poner a los tres chimpancés en un santuario especial, pero necesitaban ser cuidados primero. Koebner aprovechó la oportunidad para mejorar la vida de estos hermosos animales.
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La joven investigadora encontró un trabajo perfecto para ella. Después de años en el laboratorio, los tres chimpancés parecían temerle a su nuevo entorno, negándose incluso a salir de sus jaulas.
Ya puesta manos a la obra, Koebner les puso nombres a sus nuevos amigos: Doll, Swing y Sparky. Koebner bromeó más tarde con que se le ocurrieron los nombres porque los tres eran muñequitos, pero porque también eran propensos a los cambios de humor, lo que hacía que trabajar con ellos fuera un poco más "sparky" (con chispa).
Durante cuatro años, Koebner ayudó a aclimatar a Doll, Swing y Sparky a su nuevo hogar, en una isla de Florida, Estados Unidos. Los tres amigos aprendieron a amar la sensación de la hierba debajo de ellos y el viento que corría a través de su pelo.
Koebner incluso consiguió un trabajo en el santuario después de graduarse para asegurarse de que sus amigos estaban bien. El destino quiso que Koebner siguiera adelante con su carrera, dejando a Doll, Swing y Sparky atrás y con su nueva vida en el santuario.
Después de 25 años, Koebner regresó al santuario, esperando ansiosamente su reunión con sus tres amigos animales. Al acercarse a la isla en barco, un equipo de cámaras grabó el hermoso momento.
Al principio, los tres no estaban seguros de quién era, pero cuando Swing vio que era su madre, no pudo evitar poner la mayor sonrisa en su cara. Los otros dos finalmente reconocieron a Koebner, sonriendo y abrazando a su madre perdida. Koebner pasó todo el día en la isla, jugando y poniéndose al día con sus tres "hijitos".
Además del hermoso reencuentro con Doll, Swing y Sparky, Koebner también se alegró de ver cómo su trabajo había mejorado las vidas de otros animales en sus 25 años de ausencia. Gracias a todo el trabajo que había hecho con Doll, Swing y Sparky, otros 30 chimpancés vivían ahora en el santuario de la isla.
¿Qué piensas de la historia de Koebner? ¿Alguna vez has sentido tal conexión con un animal que pensabas en él como si de un hijo se tratara? ¡Dínoslo en la sección de comentarios, y asegúrate de compartir esto con tus amigos y familiares!